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CUARESMA

“La cuaresma es un tiempo propio para las renuncias, privémonos cada día de algo para ayudar a los demás”.  Es el tiempo que nos regala la Iglesia para reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestros prójimos, dejar a un lado nuestros egoísmos, mezquindades y defectos.

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La cuaresma hace referencia a los 40 días que Dios anduvo evangelizando antes de morir en la cruz. Esto nos debe hacer reflexionar. Aprovechar la oportunidad que tenemos para liberarnos de todo lo malo que nos ata y ver que hay uno que ha vencido el pecado y es Dios, que derramó su sangre en el Calvario para que nuestros pecados sean perdonados.

El tiempo de Cuaresma es el camino que nos libera de la esclavitud a la libertad, del sufrimiento a la alegría, de la muerte a la vida. Con la imposición de la ceniza (miércoles de ceniza), los católicos nos ponemos en camino, recordando que hemos sido tomados de la tierra y somos barro, pero Dios con Su Espíritu nos renueva y convoca a seguirle, también a dejar por un lado nuestros egoísmos y maldades.

La Cuaresma es un tiempo que Dios nos regala para dejar a un lado nuestro hombre viejo, superficial y pequeño para aspirar los bienes del cielo que son los que nos dan la vida realmente. Y que la Iglesia nos da a través de una serie de ritos que, si queremos, los podemos realizar o no, por ejemplo: ayuno, oración, caridad y limosna. Es un tiempo propicio para sentir el poder de Dios en nuestro corazón, el perdón de nuestros pecados y no importa lo que hemos hecho, Dios siempre nos perdona. Él ha cargado todos nuestros pecados con Su muerte en la cruz. Debemos también pensar en las personas que hemos herido de una u otra forma en situaciones concretas, que nos devolvieron la esperanza y ayudaron a volver a empezar después de haber actuado mal.

La Cuaresma es volver a respirar, es el tiempo de abrir el corazón al aliento único que transforma nuestros corazones y vida, que genera cambios positivos en nuestro entorno.

Si queremos que nuestra sociedad cambie, primero tenemos que cambiar nosotros interiormente para demostrarlo en nuestras acciones del día. Y, de esta forma, como una mecha en una pólvora, podamos contagiar a todos los que nos rodean.

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Con la esperanza que aprovechemos esta oportunidad que Dios concede para cambiar de actitudes y mejorar nuestra forma de vivir, en esta CUARESMA 2018.

“Fijémonos los unos a los otros para el estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10,24)

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